sábado, 13 de marzo de 2010

Tacones cercanos...pero tan lejanos!!!



Tengo un problema que no se muy bien cómo voy a terminar de resolver. Resulta que me he comprado unas botas increíbles de "Ash" http://www.ash.com/ (me encanta esa marca, y es la primera vez que mi bolsillo me permite tener algo suyo). Son preciosas, de ante azul petróleo, o algo asi, es ese azul que tanto se ha visto por ahí estos últimos inviernos. Caña alta y...tacón bastante alto. Ja!! y justo ahí es donde empieza mi problema. Mi problema es que no estoy acostumbrada a calzar tacones. Me encantan, eso sí, por que estilizan, dan eleghancia, te hacen parecer más alta, poderosa, femenina, sexy, y todo eso que se dice por ahí...Pero no hay en mi armario, ni lo ha habido jamás, ningún zapato cuyo tacón sobrepase los 5 centímetros!!! Bueno, alguno sí pero sólo esos que te pones para las bodas y que te acabas quitando para quedarte bailando descalza cuando empieza la barra libre, en plan fiesta gitana. Así que me he preguntado , me pregunto, y me seguiré preguntando, qué voy a hacer yo con estas botas tan tremendas, tan monas y tan altas que sin embargo no he podido ponerme aún?


Estas son las protagonistas del post, me traen de cabeza!! Pero, verdad que son preciosas?

Hasta ahora he intentado ensayar en casa. Es que son tan bonitas...!! Me las pongo encima del pantalón de chandal que llevo cuando estoy en casa (y sólo cuando estoy en casa) y camino de un lado a otro con ellas y me siento genial, por que me esfuerzo en acostumbrame a andar con tacones. A veces incluso intento contonearme con ellas por el pasillo (valiente que es una, por eso de darle un poco de gracia). Pero no duro mucho, la verdad, y eso que en casa no es que una se pase el día dando paseos del salón al baño y de ahí a la cocina. Me duelen los pies a las dos horas (he andado diez minutos en conjunto) y me las quito. Pero disfruto hasta al guardarlas en su caja. Una caja muy mona que viene con dos bolsa individuales, una para cada bota, en una especie de raso superbrillante. Sólo por eso ya me ha merecido la pena comprarlas. Por eso y porque pagué por ellas sólo la tercera parte de lo que costaban!!! Vamos que no las podia dejar ahí, de hecho las tenía fichadas hacía tiempo. Uf, veo que por lo visto sigo intentando justificarme. Y es que,aunque en el fondo, mis botas me alegran la vista y me encantan, también tengo un pelín de cargo de conciencia. Seguiré pues ensayando con ellas en casa. Quizá el invierno que viene consiga sacarlas a que disfruten de mi ciudad, y mi ciudad de ellas, eso está claro.

En fin, parece que aunque soy una adulta hecha y derecha, todavía no he podido escapar de algunas de las tonterías que hacía cuando era adolescente. Me enamoré de unas botas de tacón, me las compré, y si bien no llegara a ponérmelas nunca para ir a la calle, las conservaré toda la vida, junto con ese extraño sentimiento de pringadilla...menos mal que ese viene y va.